Felicitas Guerrero- Ana María Cabrera

Aún recuerdo mi primer contacto con la historia de Felicitas. Teniendo unos 12 años, conocí la estancia Villa La Raquel y la historia de su joven dueña. A partir de ese momento, fue todo tratar de saber más, de leer lo que pudiera acerca de ella. Incluso me acerqué a la iglesia de Barracas,sin suerte de poder entrar. Deuda pendiente.

Es casi imposible no sentirse privilegiada de poder espiar dentro de la mente de Felicitas de la mano de Ana María.

Esta biografía hecha novela es casi una película, nos describe con lujo de detalles la Buenos Ayres colonial, las costumbres del campo, la vestimenta de la época, los enredos amorosos, las calles que rodeaban San Telmo, la quinta de Alzaga...todo el texto me dejó un sabor a nostalgia y ganas de unos buenos mates con pastelitos, como se acostumbraba incluso en aquella época.

Ana María tiene el exquisito poder no sólo de hacernos querer saber más sobre la historia argentina, sino también de hacernos reflotar recetas de la infancia, típicamente de las abuelas y madres cocineras. El detalle y esmero de su relato acrecentó aún más mi fascinación y curiosidad por Felicitas, la mujer más bella de la República.
Uno se siente parte de un pequeño club de afortunados luego de terminar este relato lleno de los sueños de la protagonista, de sus miedos, de su lucha por un lugar en la sociedad que no sólo fuera ornalmental. Un espacio que la hiciera una dichosa dueña de su destino. Un destino que la llevó a la muerte temprana por exigir su derecho a ser libre.