Extraño a Becky, pero esta workaholic tiene sus chifladuras también. Samantha es desordenada al máximo, su casa es un chiquero, su escritorio es aún peor,pero se la considera una abogada promedio y logra conservar su trabajo a base de no tener vida.
Un día comete el error de olvidar un acuerdo a su cargo y su vida laboral se derrumba. No sabe a dónde ir. No sabe qué hacer. Literalmente, se toma el primer tren que encuentra y termina en una mansión, haciendo reverencias y usando uniforme de mucama. Hace alabanzas de su gran cocina cuando no sabe hervir ni un huevo. Es desopilante leer sus esfuerzos por ocultar su torpeza a sus nuevos dueños, pero es excelente la introspección de los eventos y los cambios que va sufriendo.
Se las recomiendo como una lectura de fin de semana largo :)
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