La historia del milagro de los Andes (o "accidente", "Fatalidad" o como quieran llamarlo) nunca me cansa. Al contrario, cada vez que puedo escuchar o leer a estos 16 hombres, aprovecho la oportunidad para recargarme de optimismo,fe y una brisa de renovación.
Eduardo es,ante todo,un caballero. Aguanta el incesante parloteo de las damas, concede firmas y fotos con una sonrisa luminosa, y es muy cálido. Todas esas cualidades se reflejan en su libro,donde la historia no nos es relatada desde un punto de vista doloroso porque no hace falta. Los eventos se suceden en forma atemporal y sin líneas cronológicas,sino que se vislumbran desde pequeños retazos, desde valores como la amistad, de la búsqueda de la familia "anterior" al accidente y desde la que se formó gracias al desdichado episodio y perdura hasta hoy. Eduardo se reconoce como enamorado de la montaña, de su pureza, de su blancura, y se muestra totalmente franco al relatar esos 72 días y la vida que lleva desde aquel momento,con la montaña siempre en su mente.
El libro es fresco, de lectura ágil, de imágenes que están recopiladas cual collage (con la ayuda de Laura,seguramente) y hacen homenaje. Confieso que fue lo primero que miré del libro y me dio piel de gallina ver a Marcelo, ver la foto en el aeropuerto de Mendoza, y muchos otros recuerdos que desconocía.
No me canso de la montaña. Quizá algún día pueda subir al Valle y vivirlo en toda su dimensión.
1 comentario:
un relato que vale la pena acercarse a reconocer, mirar y deleitarse. Aplausos de pie, lo lei camino a mi viaje para la presentacion :)
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